Sunday, May 26, 2013

Carta.

Una carta a una niña escribo pues la niña y sus paisajes ya me han hecho perder el estribo. 
Quién soy yo para atreverme a causar tal alboroto entre su grandiosa mente. 
Una niña y en el olvido los demonios me han oído, pues a carcajada suelta traen ya todo un burlerío. 
El martirio de saber qué contestar a sus palabras al azar tan enredadas en mi pensar.
Maldita sea, me ha herido, la niña que no deja de pensar en el florido mar de almas que en jardín se ha convertido. 
Aquella que de pronto parece volar en un hilo, después aparenta ser sólo un delirio. 
Locura la mía de querer la simpleza, de preferencia la suya, la de la niña traviesa. Concéntrate en la carta, me ha recordado mi cabeza. 
Qué será que he vuelto a este lío no resuelto de comas, puntos, mundos y otros temas no cubiertos, la niña que tanto veo en mis sueños, por ejemplo.
Las niñas como ella con miedo y vergüenza, sin aire de grandeza, con mirada perdida pues en ella se encuentran. Ellas, ella, que me encanta y me tiene pegada a mis simples cuerdas.
Tú, niña, la de mis viejas canciones, te escribo una carta que resuelvo se ha convertido en poema, o mejor dicho un triste intento de algo que antes llamaban verso. 

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