Saturday, May 11, 2013

Una Noche Contigo (Conmigo)

Me desperté de golpe. Jadeante aún por el sueño en el que me encontraba siendo deborada por millones de hormigas salvajes odiando cada célula de mi débil cuerpo. Pensé en la nefasta idea de otro día sin ella. "Mi amor, ¿dónde estás?" Aún sabiendo que no la encontraría, busqué bajo mis sábanas rojas tan similares a mis labios que las noches de viernes pretenden ser alguien que soy sólo en mis sueños. Nada. No encontré nada. Sus labios, cuánto daría por besarlos cada mañana.
Intenté recapitular la noche para así averiguar por qué mi camisa se encontraba tan llena de ella, sin embargo no se encontraba ahí. Olfateé las mangas arremangadas y el cuello mal doblado. Definitivamente, era ella. Pero ¿dónde está? Por un momento pensé en encontrarla en la tina, recostada en la inmensidad de la noche. Ciertamente, arrebatada por el pensamiento de ella esperándome para continuar lo que habíamos dejado inconcluso una noche antes, corrí hacia el baño, abrí la cortina que oculta la tina, nada. Otra vez, nada. 
"La cocina", pensé después de encontrarme descepcionada al saber que la tina estaba tan vacía como mi habitación. A paso lento, con un bostezo atrapado entre los labios, caminé hasta la cocina, nada. La casa estaba sola. Y yo llena de ella. ¿Qué era lo que me querían decir mis acelerados latidos atacados por la taquicardia? Taquicardia.  Por un momento me distraje y pensé en todas las citas que evité con el médico, todo por no ver a la secretaria tan intrigante y aburrida, sumergida entre la perfección de sus operados pechos. "Tienes que atenderte", pensé mientras seguía intrigada por el paradero de mi imaginada amada. Imaginada... ¡Eso! Algo en la palabra me hizo regresar a la noche anterior, sin luna, ahogada en los tragos. ¿Y su perfume, por qué se tornaba tan asfixiante en mi delgado cuello? ¿Por qué sentía sus labios aún rozando mis huesos forrados de piel canela? ¿Por qué el veneno de sus ojos se inyectaba tan abruptamente en mi mirada invadida por su auscencia? ¿Y por qué ella no estaba? 

Entonces abrí los ojos, y sólo así, con las lágrimas enredando mis pensamientos, entendí el alcance de mi imaginación y mis sentidos.   

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