Tuesday, May 14, 2013

Imaginarte.

¿Qué hago?
Pues nada, como siempre.
Música irrelevante al tiempo en el que vivo, eso hago, escucharla, sentirla. Creo yo.
Pero, escucho y ¿pienso? Sí. Ese es el problema, pienso demás, me envuelvo en ese mundo tan raro lleno de frustraciones y arrepentimientos. Otras veces permito que la crayola, esa que pinta dibujos llenos de nada, me ahogue en el maldito mundo que encuentro tan singular escondido entre mis pestañas. Carajo, te voy a pensar. ¡¿Y tú quién demonios crees que eres?! Llegas a interrumpir mi mundo lleno de algarabías y letras enredadas en cada rincón intangible, así como tus pechos en la noche, enterrados en tus sábanas a kilómetros de aquí.
Tus pechos. ¡Vaya forma la mía de cambiar el tema! Y qué placentera, también. Pues de acuerdo a mis sueños, esos en los que palpé hasta el último recuerdo de tu piel, ahí donde conocí tus suaves pechos, frágiles e imponentes a la vez. Imponentes. Tan lejanos. ¡Joder!
Hay algo en la música que siempre me hará pensarte, siempre. Siempre es mucho tiempo. Oh, pero el siempre ya no existe, no en el siglo XXI. Como el por siempre que le prometí a mi novio de secundaria, tan inocente y lleno de verdad ingenua. Daniel. Él. O el por siempre que te prometí a ti, tan lleno de todo lo desconocido por mi juventud. Camila. Ella. Camila... ¿Por qué te sigo mencionando? Me cuesta tanto articular esas seis letras, es tan difícil y a la vez tan fácil. Como es fácil también desprenderme de la idea de vivir sin ti. No. No lo es. Nada es fácil si estás así, tan lejos en tiempo y espacio. Hablando de tus pechos y otras cosas desconocidas para mí, tú. Tú, precisamente tú. No te conozco, qué ironía. Te imagino, qué osadía. Te necesito, qué agonía. No existes, ya lo sabía. ¡Lo sabía! ¡¿Por qué sigo imaginándote entonces?! Aun sabiendo que no existes en mis días, te proyecto con extrema belleza en mi cama rozando la idea de los porqués tan absurdos que escondes bajo la almohada. Cuántas cosas no has de esconder bajo ésa almohada, bajo ésa cama, bajo ése techo, detrás de ésa cara tan tuya y mía, imaginada.
A falta de realidad certera, imagino, como siempre, quiero algo, ahí está. Lo imagino. Te imagino. Nos imagino. Amando, a veces. Odiando, otras. Pero siempre, irreales. Imaginándonos. Imaginándote. 


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