Thursday, May 9, 2013

La Banca

Me encuentro pensando mientras observo detenidamente al sistema que nos rige y nos mueve como mundo y seres que forman parte de un estado social y mental. Claro que hablo de mayorías, porque como en todo, existen sus excepciones. Los locos, no tan locos, como yo, y también como tú. 
Entonces veo pasar a cada uno de los becerros del mundo que van por ahí mendigando mediocridad, enfurecidos por el estado de su común normalidad. Unos conscientes de ella y sin el menor peso de esfuerzo por crear un cambio, otros a diferencia de sus compañeros de mundo, completamente invadidos por ella y su última etapa de invasión en la mente la cual crea una total inconsciencia de todo, absolutamente todo lo que nos rodea. 
Y a mí ¿por qué me molesta tanto ese estado en el que se encuentran los perdidos no tan perdidos? Incluso me debería alegrar la felicidad que les causa su inconsciencia, pero no. Es simplemente FRUSTRANTE. A la vez también es molesto encontrar a alguien que, como yo, piensa entender cada rincón de este laberinto tan confuso llamado vida, pero ¿a quién engañamos? No entendemos nada y LO SABEMOS. Esto sólo nos demuestra lo increíblemente patéticos que somos, unos por estúpidos y otros por entender, o simplemente por pretender que entendemos. A todo esto ¿qué hay que entender? Y si la respuesta es nada, entonces ¡MALDITA SEA! ¡Hay mucho que entender! Porque todo es infinito cuando se trata de la nada y ya no sé cómo fue que terminé hablando de la nada tan infinita si yo sólo estoy aquí, sentada en la banca de un centro comercial viendo a la gente pasar. Gente con miedo, gente inconsciente de la existencia de este miedo, gente con vida y gente sin vida que pretende tenerla y entenderla; pubertos, adolescentes "rebeldes", hijos de papi, intentos suicidas fallidos, amas de casa presas de lo cotidiano y el día a día, tan esclavas del sexo marital que es, por cierto, inexistente; mujeres que venden sexo y compran caricias detrás de un trago mal pagado, niños felices ahogados en su inocencia y lucidez tan humana, parejas, amantes, esclavos de la vida y de la sociedad tan llena de mierda en la que vivimos, otros esclavos de la muerte que desean, ¿existe? ¡Coño! ¡¿EXISTE?! 
En fin, infinitas son las probabilidades de todo, pero repito, yo sólo soy Mariana y me siento aquí, en la banca de un centro comercial, viendo a la gente pasar, entonces me pregunto ¿qué sigue, qué somos, quiénes somos? 

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